lunes, 25 de abril de 2011

Primera Parte



En el verano de 1987 una ola de frío extraña detuvo a todo el pueblo momentáneamente. Las aceras desiertas en su helor derramaban un agua decepcionada, desilusionada, eco de lo que alguna vez fue. En las hojas de los árboles, millones de estrellas pesadas hacían quebrar ramas al paso de las ráfagas de viento. Un clima fuera de sí, desubicado, que se había precipitado o descolocado. Un factor más irremediable de la inoportuna naturaleza.
Las playas solitarias hundían sus arenas en montañas de nieve y el agua, más densa que nunca, no se balanceaba ni rompía con furia en la orilla, sino que resignada al frío, intentaba contonearse en los resquicios libres que el hielo superficial permitía.
La gente del pueblo estaba atónita. Todos menos él. Una mañana, salió muy temprano hacia la orilla. No nos despertó a ninguno con su débil paso en el hogar, tal vez no quería que nadie lo viera. Así, sin más, se sentó en un pequeño trozo de arena el cual la nieve había respetado. Era curioso, verlo con el pijama y las mejillas sonrojadas aun adormecidas. Entonces, se levantó bruscamente y arañó la escarcha con sus dedos. Se adentró en el mar y comenzó a girar. Una y otra vez, primero suavemente, después como si de una danza liberadora se tratara. Agitó las piernas... y lo consiguió. El agua comenzó a fluir y destrozó parte de esa nieve que repentinamente le había robado el verano.
Yo no había conseguido dormir en toda la noche debido al frío, así que pude presenciar todo desde la ventana. Me apoyé en el alféizar sorprendida, después abrí la hoja y lo escuché. Gritaba algo, aunque no conseguía distinguir sus palabras. Después su risa invadió la mañana silenciosa.
Al regresar, sus pantalones estaban mojados y sus labios de un tono malva apagado. Traía los ojos con miles de centellas y las manos carmín, los nudillos arañados. Quizás presencié una pelea. Desde la calle, levantó su cabeza y me observó. No me dijo nada, creo que con su mirada visulmbré lo que quería decir. Aquello quedó entre nosotros dos.
Durante las siguientes semanas, los niños del pueblo decían que gracias a él había vuelto el verano. Otros, decían que era mago y había rescatado al mar del temporal. Yo, que jamás hablé de lo que observé, supe que estaba retando a Dios. Supe que se sentía vencedor. Quizás le arrebataran a su hermano, pero no le arrebatarían el verano.


Ilustración F.J.Sánchez
Relato Alicia Fdez.

4 comentarios:

  1. Eeeo, os saludos chicos. Estupenda iniciativa, espero que tenga continuidad, este me ha parecido un relato muy evocador, me ha gustado :)
    Además me parece perfecto el formato tanto lo de integrar ilustraciones (muy bien Javi) como la longitud y temática del relato.
    Enhorabuena :D

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  2. ¡Hola Juanma! Muchas gracias, me alegro un montón de que te guste :)
    ¡Un saludo, y gracias por comentar!

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  3. Automáticamente me he hecho seguidora, jajaja. ¡Hola! A mí me parece también genial la conjunción relato-ilustración en un blog, comprobar lo que las letras son capaces de desatar en nuestras mentes es impresionante :D

    ¡Un beso!

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  4. ¡¡Paula!! Me alegro de que te guste, la semana que viene publicaremos por segunda vez :)

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